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No hace mucho, hablé con un amigo al que hacía tiempo que no veía. Le propuse tomar algo el sábado y él me dijo que tenía partido con los niños.

El amigo del que hablo lleva dos años entrenando al equipo de fútbol Alevín del club de su barrio. La pasada temporada terminó último con solo una victoria a favor.
El tipo, me propuso que fuera a recogerle al acabar el partido y tomaríamos una cerveza juntos, lo que me pareció buena idea.

Llegó el sábado y me desplacé hasta el campo de fútbol donde se estaba disputando el partido.Llegué un poco antes y decidí entrar a ver el final.3

A falta de 5 minutos el marcador era de 1-8 en contra del equipo al que entrenaba mi ya mencionado amigo. En esos cinco minutos dio tiempo a que el equipo contrario anotara un gol más. En ese momento traté de empatizar con el míster, pero por más que lo intenté no logré comprender por qué seguía ahí, sin cobrar, sin logros deportivos que celebrar.

Al poco tiempo los chicos fueron saliendo del vestuario con sus bocadillos y un refresco que el club les regalaba después de cada partido. El último en salir era mi amigo, quien curiosamente venia sonriendo hacia mí con su carpeta en la mano y una nueva derrota a sus espaldas.

Después de darnos un abrazo y saludarnos, no pude contenerme y le dije textualmente con tono cariñoso: “Tío, ¿Cuándo vas a dejarlo?, si sigues así vas a batir el récord de goles en contra”.
El empezó a reírse, miró hacia donde se encontraban los doce niños que componían el equipo y me dio una de las lecciones más grandes que he recibido jamás.

Verás amigo, ¿Ves a ese rubito con el pelo largo?, su padre está en la cárcel por tráfico de drogas. Su madre le dijo que su padre está en la cárcel por robar para dar de comer a la familia. El chico siempre dice que quiere ser futbolista para ganar dinero y dárselo a su padre.

2En la fila de arriba, un asiento a la derecha, con gorra roja. Ese crió se torció el tobillo hace tres semanas, por lo que decidí no citarlo para que se recuperase adecuadamente.
El chico rompió a llorar cuando mencioné a los convocados y su nombre no aparecía. Me acerque a preguntarle que le pasaba y me respondió que si ese fin de semana no jugaba, no iría a cenar a la Hamburguesería de la plaza con sus padres. Los padres de este chico están separados y únicamente se reúnen para verle jugar y llevarlo posteriormente a cenar. El chico confía en que sus padres vuelvan a estar juntos y cuando está jugando pasa más tiempo mirando a sus padres en la grada que al propio balón.

Ese otro que acaba de tirar la bola de papel de aluminio hacia arriba nació con un ojo vago y durante muchos años tuvo que llevar un parche. Las burlas de los chicos de su colegio hicieron que no quisiera salir de casa. Hace poco su madre me dijo que después de probar de todo para conseguir que su hijo quisiera salir a la calle y volviera a ser feliz, nunca imaginó que el remedio estaba en un campo de fútbol. El fútbol le había devuelto la sonrisa y le había regalado un grupo de amigos. Ahora no para en casa.

Y por último, observa a ese chico de color que está sentado en la fila de abajo tocando las palmas. Pues ese chico llegó de Camerún hace poco más de un año, siempre solía asomarse a ver los entrenamientos pero nunca se acercaba al grupo. En navidades tuvimos un acto, yo me disfracé de Papa Noel para que los chicos nos dieran una carta con sus deseos y a cambio les dábamos una bolsa grande de chucherías y unas calcetas de propaganda que recibimos con un pedido de bebidas para la cantina.

Ese día el pequeño Camerunés si se acercó, traía una carta en la mano, me miró y me dijo “Para ti Papa Noel”. Cuando llegué a casa y la leí como pude, pues su español era bastante mejorable aún, el chico había escrito a Papa Noel que por favor le regalara un billete de 50 euros para apuntarse al equipo con los niños de su barrio y la camiseta de Samuel Eto´o.
Papa Noel le escuchó y ahí le ves con su camiseta de Samuel Eto´o. El club le dijo al chico que Papa Noel nos había dado 50 euros para que se apuntara y había dejado una camiseta en el vestuario para él. Creo que nunca he visto unos ojos más brillantes que los de ese chico en aquel instante del que te hablo.4

Con todo esto amigo mío, quiero decirte que mi Liga la gané antes de empezarla. En el momento en el que entendí que estos chicos no serán futuras estrellas del fútbol y que probablemente este año volvamos a terminar colistas.
Pero siento que cada vez que ellos saltan al campo están más lejos de los malos caminos, más lejos de sus duras realidades, más lejos del sufrimiento y las dificultades a las que por desgracia se enfrentan cada día.

Mírales, ¿No ves la felicidad que desprenden sus rostros?. Esa es la magia del fútbol amigo. Para mi ellos son mis estrellas. Porque ver como se abrazan, como forman una piña mientras celebran un gol, ya es una victoria.
Porque llegar a final de liga con un balance de 12 sonrisas a favor y ninguna en contra es el título al que aspiro.
Porque saber que soy un referente para ellos, hace que cada mañana me levante con ganas de volver a venir aquí y recibir 9 goles, porque merece la pena.

Así que no se hable más y tomemos una cerveza, tenemos que celebrar que hoy ha vuelto a ganar el fútbol.

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