“La entereza inquebrantable del juego, el fútbol como un todo” – Vítor Frade

“En el fútbol no creo que exista un modelo ideal, a mí me gustaría que mis jugadores tuvieran soluciones a todos los problemas que se dan en un partido” – Asier Garitano

“La riqueza de tu equipo depende de las soluciones que sepan dar tus futbolistas” Julen Lopetegui

“Los equipos de fútbol son seres vivos” Ismael Guerrero




Los entrenadores comenzamos a moldear nuestros proyectos desde el día 0, reuniones con nuestro cuerpo técnico, recabar información para conocer el Club donde entrenaremos, y a los jugadores que conformarán nuestra plantilla, tener conciencia de los objetivos a alcanzar, etc, con la finalidad de conocer el entorno y adecuar nuestra metodología.

Todo esto tiene la intención de optimizar nuestro trabajo para aumentar al máximo el rendimiento de nuestro equipo, siendo clave para alcanzar esta meta la búsqueda de un modelo de juego. Para ello será básico el entender que un modelo no es una manera cerrada de competir, un comportamiento estandarizado e inflexible donde no se tendrán en cuenta a nuestros propios jugadores, el rival o el momento de juego, etc.





“Un modelo de juego es un comportamiento estandarizado e inflexible donde no se tendrán en cuenta a nuestros propios jugadores, rivales o momento del juego”

Si tomamos como base esa idea y profundizamos en el juego, podemos entender el fútbol como un todo, con un desarrollo caótico y complejo, llegando a la conclusión de que el desarrollo en sí del juego nos exigirá manejarnos en todos sus contextos, como podría ser dominar la construcción de juego de manera pausada y de manera más vertical o veloz, defender con el bloque bajo, medio o alto, etc. por lo tanto y ante esa afirmación, podemos pensar que lo ideal es tener respuesta a la totalidad de los problemas que la competición nos exija, pero controlar el juego íntegramente es imposible, ya que ese caos y esa complejidad es tan grande en este deporte, que debemos ser coherentes e intentar otorgar el máximo número de respuestas a los entresijos de la práctica de éste.

Tras tener en cuenta esto y los condicionantes anteriormente nombrados, y tal vez alguno más, debemos buscar la guía para conseguir ese sentir general.




El primer paso será el resultado de responder a esta pregunta ¿Cómo quiero que sea mi equipo? Resolviendo este enigma inicial, comenzaremos a trazar la hoja de ruta a seguir en este proceso, en el cual el futbolista y sus características marcarán el desarrollo de este modelo, siendo éste el que dé forma a la idea general del entrenador.

Esa ruta de viaje estará conformada por macro conceptos o conceptos grupales, que formarán la base del modelo de juego. El entrenador definirá, desde su yo interior, la manera en la que siente que ha de ser su equipo, como por ejemplo, un equipo dominante que juegue lento para poder analizar la situación de juego, o un equipo vertical que defienda desde el orden y tras robo su primera idea sea instalarse pronto en campo contrario.

El vehículo para llegar a buen puerto en este viaje ha de ser el futbolista, teniendo como objetivo potenciar el talento del jugador, educándole en conceptos micro o individuales, como pueden ser pasar con la tensión adecuada, controlar con la pierna alejada al pase, perfilarse para reducir la utilización de contactos para poner la pelota en disposición de ser jugada y separarse del balón para, por ejemplo, ganar tiempo y espacio para mirar y con esta mirada detectar qué ocurre a mi alrededor, para decidir cuál es la mejor opción.

“El vehículo para llegar a buen puerto en este viaje ha de ser el futbolista”

Si conseguimos potenciar al jugador con esos conceptos micro, potenciamos el modelo de juego, sea cual sea este, ya que estos micro conceptos son comunes al juego, no importa si juego más largo o más corto, en los dos casos tendré que mirar, separarme del balón tras recibir, adecuar la velocidad de pase dependiendo de la acción que realicemos, etc.

En resumidas cuentas, para llegar a dominar los comportamientos macro, debemos dominar a la perfección los comportamientos micro.

Por lo tanto yo recomiendo, en el inicio del proceso, hacer una especie de Ideario basado en cómo quiero que sea mi equipo a grandes rasgos, siendo éste ordenado en conductas macro o conductas grupales e ir desglosándolas para ver que debemos dominar para llegar a ellas, que sería llegar hasta las conductas micro o individuales.

“Para llegar a dominar los comportamientos macro, debemos dominar a la perfección los comportamientos micro.”

Teniendo la idea base clara, hemos de avanzar. El segundo paso, no es otro que ponerse a entrenar.

En nuestro primer día de entrenamiento, propondremos unos primeros contextos en nuestras tareas. Estos son abiertos, por lo tanto, tienen varias maneras de resolverse. Vemos cómo los jugadores forman un entramado relacional y una manera de entenderse unos con otros, vamos descubriendo de qué manera podemos solucionar esos contextos desde una libertad educada, sin llegar a sobre condicionar al jugador y privándole de su esencia, pero tampoco dejándole hacer sin más, sin normas, sin pautas y esto va creando una cultura, unos hábitos, una manera de entender el juego.

Podríamos poner como ejemplo el desarrollar un juego de posición de 7vs7, donde el objetivo sea llegar progresando hasta la zona acotada final del rival iniciando desde primera línea, cada equipo con una estructura 3-2-2, la norma en fase defensiva será presión en bloque alto, y en fase ofensiva cada vez que se termine una jugada (saque banda, falta, gol, etc.) el equipo que disponga de la posesión, iniciara el juego su primera línea.

A partir del juego se irán dando situaciones, y veremos cómo los jugadores las solucionan, si son presionados con bloque alto, si están cómodos en una construcción más pausada desde la primera línea consiguiendo generar ventajas, o consiguen filtrar rápido a intermedias e instalarse en campo contrario y allí ya pausar o si directamente atacan la espalda del rival, a raíz de esa conducta nosotros iremos implementando las soluciones que creamos aconsejando y guiando al jugador, siempre con una corrección positiva ej: “has filtrado un buen pase a intermedias, pero ten en cuenta que también podías haber circulado lateralmente para abrir intervalo y activar directamente al alejado”

Con el paso de los entrenamientos, iremos presentado al equipo con nuestras tareas, los diferentes contextos que entendemos que se van a dar con más asiduidad en la competición, con la intención de que tenga coherencia lo que trabajamos y lo que nos vamos a encontrar en el partido, consiguiendo que nuestro conjunto vaya implementando una variedad de soluciones a muchas de las situaciones que el juego presenta y estas giren en torno al sentir del grupo, a esa cultura, por lo que iremos dándole forma a nuestro modelo, siendo éste rico en proporción a las respuestas que tengan nuestro futbolistas ante un contexto entrenado, más variedades de respuestas ante un problema, significará más riqueza para el modelo.

Como resumen, podríamos decir que el entrenador elige el camino a recorrer y el jugador decide como recorrerlo.

“El entrenador elige el camino a recorrer y el jugador decide como recorrerlo”

Por último, debemos tener en cuenta que un equipo de fútbol es un ser vivo que evoluciona, que cambia, ya que está abierto a factores individuales y colectivos, y en base a éste, el modelo puede mutar, teniendo en el inicio una forma y evolucionar hasta adoptar una forma totalmente distinta.

Debido a todo esto y a la complejidad del juego en sí, conseguir un Modelo final o cerrado es inalcanzable, pero debemos vivir el proceso día a día, para desarrollarlo lo máximo posible, intuyendo que mejoras necesita tu equipo, que añadir, que eliminar o modificar.

Esa incertidumbre del proceso es lo que, a mi entender, lo hace excitante y apasionante, lo que nos obliga como entrenadores a estudiar el juego para darle a nuestros equipos el máximo de nosotros mismos para conseguir el máximo de ellos como conjunto.

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