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Evidentemente, podemos afirmar que son muy pocos los afortunados jugadores que consiguen llegar a la élite del fútbol. Es un lugar idílico con el que todo jugador ha soñado llegar alguna vez. Un lugar reservado, en el que únicamente pueden entrar los más “talentosos”. Muchos son los jugadores que se quedan en el camino de su sueño. Algunos por falta de capacidades, otros por falta de rendimiento y otros por falta de compromiso.


Existen muchos jóvenes futbolistas que tienen una habilidad innata desde pequeños, que les hace ser superiores a los demás. No obstante, sus expectativas de éxito se van diluyendo a medida que van madurando. Y sin embargo hay otros jóvenes futbolistas, cuyo talento no es tan depurado y no obstante, en la madurez, consiguen dar el salto al mundo profesional.

¿A qué se debe esto? ¿No es suficiente tener talento para triunfar?

Evidentemente NO. En primer lugar hay que diferenciar entre talento y habilidad. El primero son aquellas capacidades con las que nacemos (innatas), mientras que la habilidad es lo que adquirimos a través de esfuerzo, repetición y horas y horas de trabajo. Por tanto, es cierto que el futbolista nace con unas determinadas cualidades físicas-técnicas que le hacen ser mejor o peor deportista, sin embargo también es cierto, que esas capacidades no se desarrollan, si no se trabajan.

Podemos decir entonces, que tanto los factores intrínsecos (genéticos) como los extrínsecos (trabajo, aprendizaje, entrenamiento, etc) determinan el desarrollo del futuro deportista. Entonces… ¿Cuál de ellos es más importante?

Ninguno de los dos es más importante que el otro. Van de la mano. Se complementan. Es imposible que un jugador sin unas determinadas capacidades innatas consiga llegar a la élite del fútbol. No obstante, también es imposible que un jugador sin explotar sus capacidades innatas sea capaz de llegar a ser un gran jugador de fútbol. Por ejemplo, hablemos de MESSI. Para muchos el mejor jugador del mundo. Es innegable el talento innato que posee, pero… ¿creéis que hubiera llegado a ser lo que hoy día es, si no le hubiera pegado desde pequeño a una pelota? ¿Creéis que sería el mismo si no hubiera desarrollado su talento desde bien pequeño? ¿Creéis que sería el mismo si no tuviera es afán de mejora? ¿Creéis que sería el mismo si fuera conformista? Está claro que no. Todas esas habilidades, no innatas, que ha desarrollado, hacen que hablemos de él como el mejor jugador del mundo.

Entonces, sólo cabe decir que el futbolista nace y se hace. Que es innegable que los que llegan a la élite tienen habilidades innatas, está claro, pero también es cierto que detrás de esas personas hay muchísimo trabajo que no vemos. Hay muchas horas dedicadas a este deporte y mucho sacrificio.

Existe un defecto generalizado, y es que nos han enseñado que todo se consigue sin esfuerzo. Nos han enseñado que la mayoría de futbolistas que vemos por televisión, han llegado a la élite porque tienen “suerte”. Esto es completamente falso. Aquel que ha llegado y ha conseguido su sueño es gracias a su trabajo diario, a su dedicación, a su cuidado y a intentar ser mejor cada día.

Por eso, me gustaría decirte que seas mejor o peor, seas más alto o más bajo, no sepas darle con la izquierda o con la derecha, tengas más fuerza o menos, o aunque el de al lado sea mejor que tú, no dejes de luchar por tus sueños, porque al final no siempre llega el más bueno, sino el que trabaja diariamente para serlo.

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